domingo, 5 de octubre de 2008

Mis píldoras: la crisis económica en España



  • Cuando pensamos en la actual crisis económica y nos preguntamos qué está pasando tendemos a confundir las causas que aquejan a la economía estadounidense con las de nuestro país y atendemos más a la búsqueda de culpables -banqueros, Gobierno, oposición, capitalismo, especulación financiera...- que a saber realmente que está pasando en España. La delegación de los asuntos económicos, públicos y hasta familiares, es sintomática; y más con el recuerdo reciente del affaire Afinsa-Forum Filatélico.


  • Crisis bancaria en España la tuvimos desde 1978 hasta 1983 -sin olvidar que el Banesto de Mario Conde estalló en 1992-. De 120 bancos que existían en 1977, desaparecieron 51 -50 absorbidos o fusionados y uno cerrado-. Nos costó la friolera del 5% del P.I.B. ¿Tendrá ello que ver con la tan alardeada fortaleza del sistema bancario español y control riguroso del Banco de España?


  • Nuestro sistema financiero está afectado por la actual crisis pero con la misma claridad que recuerdo lo anterior, digo que no le considero causa de la misma. Los problemas actuales de la economía española son en mi opinión propios de nuestro sistema económico y detonados por la crisis financiera de Estados Unidos. Lula da Silva, Presidente de Brasil, cuando le interrogan sobre la crisis responde "No es mía, si quieren saber de esta crisis pregunten a Bush".

1. Los problemas propios del sistema económico

  • Los fundamentales: productividad, competitividad y modelo económico. Da verguenza por ejemplo escuchar a algunos aludir al precio del despido como causa de la crisis, o a los impuestos -recordemos que acaba de desaparecer el Impuesto sobre el Patrimonio-.


  • La economía de nuestro país está dimensinándose para producir bienes y servicios no sólo a escala nacional -después de más de 40 años de economía autárquica, com ocurrió en Albania o está sucediendo en Corea del Norte- sino también en el exterior. Y como tantas veces ha ocurrido en nuestra historia, junto a éxitos sonados como Zara, Banco Santander, Alsa, Repsol, Indra -empresa de origen público que terminó de privatizarse en 1999- o el Fondo de Reserva de la Seguridad Social y algunos más, a la mayoría de los empresarios y directivos les cuesta todavía demasiado competir en un entorno supranacional.


  • Sectores tradicionales en los que teníamos una posición relevante a nivel supranacional han ido declinando -siderúrgico, naval, pesquero, agrícola, ornamentos y joyas, calzado, cuero, cal, vidrio, minero, gres cerámico...- y lo que es peor han reducido de forma muy notable su actividad, siempre por el mismo factor: el precio. En otras latitudes han emergido competidores que han ganado los mercados y los concursos a las empresas españolas. Decimos con frecuencia que no se puede competir contra estos productores, más parecidos a behetrías que a empresas, cuya legislación permite una remuneración ridícula de su mano de obra y unas jornadas cuasi continuas. En suma, justificamos nuestra pérdida de competitividad como si de un mal incurable se tratara.

  • Antes de hablar de la baja productividad de la economía española, también conocida como eficiencia, debemos aclarar su definición ¿cantidad de producción respecto a recursos utilizados para obtenerla? ¿resultados respecto al tiempo necesario para obtenerlos? En el ámbito laboral hablamos de productividad para definir el aumento o disminución de los rendimientos, originado en la variación de cualquiera de los factores que intervienen en la producción: trabajo, capital, técnica, etc. Son factores de productividad desde luego el aprovechamiento del personal -a todos los niveles-, su asesoramiento y participación, los sistemas de medición de tiempos o la cantidad de rechazos, pero también las aplicaciones de nuevas tecnologías, organizaciones de trabajo, distribución de éste, los ciclos y cargas de trabajo, así como su distribución, la calidad, las alternativas de los apoyos de la producción o los paros técnicos, los materiales...

  • A la vista de la multiplicidad de factores y elementos de la productividad, causa indignación la identificación que algunos pretenden entre baja productividad en España y bajo rendimiento de los trabajadores -¿vagos, inadecuados?- y, lo que es más grave, así no vamos a superarla.

  • Respecto a los males del modelo económico español echemos un vistazo a los principales sectores productivos: turismo -hostelería, hotelería-, actividades inmobiliarias, comercio al por menor de alimentos y bebidas. Además de estos, otros sectores principales de inversión son: la industria de la biotecnología, la del automóvil y el medio ambiente.

  • Si miramos hacia la década de 1980-1990 observaremos la deserción en bloque de casi todas las antiguas familias españolas de la industria y de los servicios de la época de la dictadura -con la excepción de la banca y empresas como El Corte Inglés o Inditex-, vendiéndolo todo a grandes empresas extranjeras y recolocándose en el sector inmobiliario. La entonces llamada beautiful people -con alguna notable incorporación de ex políticos o allegados, siempre en menor número que las expulsiones sonadas- se dedicó a alicatar España -sobre todo su costa y grandes ciudades- a un ritmo desaforado, con una calidad manifiestamente mejorable y una estética redundante y, para colmo, poco agraciada. La frase de la Vicepresidenta del Gobierno "Menos ladrillo y más chips" ilustra el cambio de modelo que nuestro país demanda.

  • En resumen nos cuesta mucho vender fuera de nuestras fronteras porque con las siempre honrosas excepciones españolas: producimos poco, caro, no diverso ni diferenciado y sin ventajas competitivas sostenibles ¿culpa de los trabajadores? En absoluto. Sobre todo culpa de los directivos que son los casi absolutos responsables, en la mayoría de las empresas, de los factores y elementos de la productividad, así como los responsables de la innovación que debe convertirse en la ventaja competiva sostenible que procure una diferenciación a los productos y servicios españoles en el mundo.

  • También la culpa recae sobre los gobiernos que no han querido o sabido apoyar con la suficiente determinación y celeridad el cambio de modelo. La determinación con que se señala el cambio contrasta con la escasa inversión destinada a conseguirlo en 2009. La disyuntiva es ahora que habría que quitar del gasto social. Pero cuando la situación económica mejore no serántan evidentes omo ahora las necesidades y las soluciones.

  • También las culpas de los gobiernos tienen que ver con los modelos educativos, la escasez de presupuestos dedicados a estos menesteres y las instituciones dedicadas a procurar los conocimientos y las actitudes a la futura clase creativa y productiva. Guerras de religión, boicot a la enseñanza de valores de ciudadanía derivados esencialmente de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Universidades poco competitivas, calificacónes vergonzantes en informes comparativos europeos no admiten excusas respecto a la responsabilidad gubernamental.

2. Los problemas del entorno global.

  • Si compartimos más o menos el diagnóstico anterior, entenderemos la situación en que se encontraba la economía española cuando nos ha venido a visitar el repentino alza del petróleo -ya superado, pero no así su repercusión en el consumidor- y la crisis de las hipotecas subprime -hipotecas consideradas de riesgo por aquel que las concede destinadas a la compra de viviendas por personas con insuficientes garantías- que junto a la ingeniería financiera montada en torno a ellas han hecho estallar de nuevo una crisis económica de grandes proporciones en Estados Unidos que pagarán los estadounidenses y pagaremos en parte sobre todo los europeos.

  • El tradicional miedo de la entidad bancaria a la morosidad en los préstamos a particulares o empresas se ha trasladado también hacia otras entidades financieras, temerosa de que su infección por activos sobrevalorados provoque la desaparición de la prestataria y con ella la devolución del préstamo. En conclusión, el dinero de los bancos para prestar es escaso y más en el caso español en el que la necesidad de financiación internacional de su deuda es alta.

  • Hablamos de más de 110.000 millones de euros para 2008: 62.000 que necesitarán desde julio hasta final de año y más de 49.000 millones que han tenido que solicitar al BCE hasta julio, con sonoras quejas en la prensa británica a las que las autoridades de la patronal bancaria AEB y de las Cajas de Ahorro han replicado que el sector financió los créditos en 2007 con depósitos de clientes "en un porcentaje superior al 80%", mientras que la financiación exterior no superó el 20%.

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